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“El tiempo es hoy”: Asamblea Extraordinaria de Juventud Mariana Vicentina

Los días 19, 20 y 21 de julio, como Juventud Mariana Vicentina APU (Argentina-Paraguay-Uruguay), celebró su Asamblea Provincial Extraordinaria en la ciudad de Añatuya, Santiago del Estero, Argentina.

La misma fue una instancia de compartir entre las sedes, el estado situación de las mismas y también elegir la nueva Directiva Provincial que animará y acompañará la vida de la JMV durante los próximos tres años.

Esta Asamblea nos ayudó a mirar hacia adentro, para volver a reconocernos; como mirar hacia afuera los desafíos del hoy, para replantearnos nuestro caminar como JMV. Como Asociación no podemos ser islas, por eso, ante todo, estamos llamados, en este tiempo, a cultivar nuestro “SER” Juventud Mariana Vicentina desde el encuentro y el diálogo con el otro, siendo puentes para poder ser verdadera respuesta de Dios para este tiempo que nos toca vivir.

En un mundo donde las personas buscan cada vez más diferenciarse del otro por pensar distinto, dónde las nuevas vulnerabilidades y los más necesitados a veces nos son invisibles porque seguimos pensando en una única y antigua forma de pobreza, en un mundo inmerso en el pesimismo y una crisis de sentido, donde las personas no encuentran motivación o una razón por la cual vivir y jugarse la vida. Como cristianos y vicentinos debemos ser testimonio del Amor de Dios; llevar luz y esperanza a cada rincón de la Tierra.

Como Juventud Mariana Vicentina estamos llamados ejercer la maternidad de María, cuidando la vida, sosteniendo y apoyando los procesos de crecimiento y desarrollo de todas las personas, sobre todo de los más jóvenes, de la familia, de los más vulnerables, al igual que una madre acompaña la vida y lleva siempre a abrirnos a los demás.

Este apoyo y cuidado debemos tenerlo primeramente entre nosotros, cuidarnos como familia Juventud Mariana Vicentina, para así poder dar gratis a los demás ese amor de Dios que recibimos, primero y gratis, del cariño mutuo.

Seamos, al ejemplo de María, jóvenes que sepan ponerse en el lugar del otro, compresivos, serviciales, respetuosos y amantes de la historia de vida del otro, y que la Evangelización no sea un acto de convencimiento o de reclutamiento de personas, sino que sea consecuencia y fruto del compartir la felicidad que sentimos en nuestra vida por habernos encontrado con un Dios que nos ama tanto y nos cambió la vida.




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