Sapucai 2025: jóvenes que encienden la esperanza

Entre las serranías de Sapucai, departamento de Paraguarí (Paraguay), se vivió un encuentro que marcó la vida de numerosos jóvenes. Bajo el lema del Año Jubilar 2025, fueron recibidos participantes de diferentes comunidades, quienes se han congregado para celebrar la Fe, la amistad y la misericordia de Dios, en un marco de profunda alegría.

Durante varios días, la naturaleza se convirtió en templo y escuela. En los espacios comunes -capilla, fogón, rondas, recorridas y juegos- vibraban con risas catequesis abiertas, talleres, testimonios, momentos de oración personal; confesiones y celebraciones eucarísticas, en adición a dinámicas que persiguieron el objetivo de fortalecer la amistad y el servicio. A lo largo de todos estos días, fue hermoso ver cómo los jóvenes tomaron el protagonismo, dando testimonio de una Fe viva que renueva a toda la Iglesia.

De esta manera, el campamento no fue sólo eso; sino que se constituyó en una experiencia de Gracia, una verdadera "Puerta Santa" abierta en el predio del leprocomio "Santa Isabel", en medio de la naturaleza exuberante que acoge; donde muchos supieron experimentar el Perdón, reconciliación y envío misionero, además de haber indagado un poco más en el llamado vocacional.

Los jóvenes supieron mostrarse como "el pulso visible" del mañana; en sus miradas pudimos apreciar la urgencia por construir una Iglesia que comprenda sus tiempos, cercana, comprensiva y creativa; en la cual ellos puedan ser protagonistas activos del Reino, como así lo quiso y expresó en su momento el Papa Francisco.

Desde Sapucai resuena con fuerza el eco del Jubileo; los jóvenes son signo de esperanza. La Iglesia está viva y en camino. El Espíritu Santo sigue soplando, renovando corazones y comunidades.

Que esta experiencia nos anime a seguir construyendo una Iglesia más viva, que sepa salir al encuentro de los más necesitados; una Iglesia joven, alegre y comprometida con el

anuncio de la Buena Noticia.

Agradecemos al seminarista Aníbal Agüero, estudiante del Seminario San Vicente de Paúl (Asunción, Paraguay), quien muy amablemente nos compartió esta pequeña crónica.